Estaba normal, fumando un pucho (lo usual de lo cotidiano) y entonces sonó una canción que me llevó una década atrás. (Además de pensar en la futura demanda por derechos contra la canción, terminé buscando y encontrando las diferencias entre ese tiempo y éste).
Diez años, once, doce. Mierda, que diferentes son las cosas. Las personas que se fueron, las otras que aparecieron, quienes mostraron como eran realmente; hasta mis esperanzas, sueños y metas son totalmente diferente.
Recuerdo que soñaba con el arte, que lo amaba con más inocencia y pasión que ahora. No dormía por dibujar y recreaba cosas a la exactitud de detalles en colores y líneas, era tan fácil entonces.
Tenía el pelo por debajo de los hombros y de repente, lo tenía corto y claro. Disfrutaba de los colores que hacía y como se desformaban en los lavados.
Los cigarrillos eran baratos, el vicio siempre estuvo en la punta de mis dedos desde que tengo consciencia y lo amo tanto todavía. El humo, la intoxicación, ahogarme mientras fumo, que placer.
Tenía un grupo que amaba aún que poco los soportaba.
Juntarse por que sí, aun que durmiera o aun que estuviera pasada de dosis, ellos estaban ahí y yo con ellos, en todo momento, riéndonos e inventando cosas para hacer. Saliendo, viviendo cada noche entre excesos los excesos del alcohol y las pastillas. Mucho de todo eso era a costa de una mochila, llena de carpetas y apuntes de la escuela y el guardapolvo, para salir del boliche y cambiarse en el Mc Donnals para ir a clase y tomar mate con coñac.
(Extraño, si, extraño esa temporada de cuando pise la adolescencia)
Tenía una amiga, una super amiga. Nunca podría terminar de escribir todo lo que viví al lado de esa piba, desde amanecernos hasta juntarnos a escuchar piezas de piano y llorar para limpiar el alma.
De tanto tiempo que pasó, supongo que sigue siendo la amistad que más dolió perder por que se suponía que era para rato largo y ya hace cinco años que nos dividimos a vivir cada una por su lado.
Debería admitir que al menos unas cinco veces estuve a un enter para tomar un café en alguna estación de servicio y solucionar las cosas pero la mejor decisión fue frenar. (¿Lo siento?) Por ahí, puede ser.
Lo siento Flor, me agarraste cuando mi fobia social estaba aflorando y sabía manejarla menos que ahora. Supongo que algo de derecho tenías para enojarte. También lo siento por no haber tenido la paciencia suficiente en su momento, las drogas me tenían la cabeza muy quemada, no era culpa de tú hija, era y es mía. Todavía lo lamento y lloro cuando encuentro la mirada de tú hija en la mía, cuando se asusta al verme en medio de una crisis.
Pero no siento haberme enojado cuando empezaste a ignorarme con constancia o cuando salió de tu boca que yo te robé. Eso si que no. No quise volver ahí nunca más porque saboree la amargura de la falta sinceridad y respeto en lo que iba de la amistad. Y aun que después lloré dos años y medio y me volví el triple de intolerante a las personas, no podía permitirme el lujo de sonreírte cuando ya había dicho que fuiste terrible hija de puta. Aún así, fuiste la mejor amistad que me dejaron aquellos días. Porque eras una persona que me miraba y escuchaba, porque lloré sobre esos hombros y a pesar de que solo midieras un metro cincuenta, me defendiste y protegiste en más de una ocasión.
Solo queda por agregar que, cuando el viento te trae de recuerdo, me compro un paquete de lucky's mentolados y escucho las pastillas del abuelo.
Que lejos suena y brilla lo que era bueno.
Mirar atrás es raro. Es como tener todo en la palma de la mano pero ser consciente de que no existe.
En esa época no comía, estaba muy delgada, ojerosa, con una cerveza en una mano y un cigarrillo en la otra mientras vomitaba constantemente en el baño de un bar horrendo. Todavía me acuerdo cuando tiraba la cabeza para atrás y me mojaba la nuca para poder despabilar y volver caminando a cualquier lugar donde pudiera dormir.
Es una anécdota triste saber que jamás estaba en casa, por que odiaba estar ahí, porque las peleas eran tan constante y el odio era mi desayuno y cena.
Lo siento a mi hermano que no entendía porque estaba siempre enojada con él. Que venía a abrazarme y yo lo empujaba porque no lo quería. No tenías la culpa de que la gente me marcara a mi la diferencia entre ser hija legítima y no. Ojala pudiera volver a ese entonces con los ojos de hoy.
Para abrazarte una vez o miles, para darte los ánimos que no me dieron, para alentarte como debía ser en vez de ser tan cruel.
Además de ser ciega a la realidad, no sabía manejar mis emociones y supongo que así como soy una bolsa de descargue emocional para mamá, también vos lo eras para mí. Ojala este dolor punzante deje de ahorcarme por las noches y pueda redimirme como hermana.
Hoy que tengo mis pies acá, doy fe que nunca voy a poder odiar tanto a una persona como a la persona que amé tan desconsideramente tanto. Mi puto ex.
Es irónico que hoy ya no quiera verte cuando vivíamos prácticamente juntos.
Que manera de amarte y de hacernos mal constantemente. Las mentiras, los gritos, llorar. Ir, venir, volver a irse, volver infinitamente ante esos ojos marrones y esas manos grandes y cálidas que me acariciaban después de la autoflagelación.
Si, te amaba, tanto, tantísimo.
Lo suficiente para odiar a los demás, para alejarme de mi familia y de la escuela por "nuestro" bien.
Lo suficiente para echarle la culpa a mis amigos de que nos peleáramos porque ellos eran amigables y buenos conmigo.
Lo suficiente para decirte 'tenes razón' cuando me decías que era una regalada por usar un pantalón corto o maquillarme.
Lo suficiente para decirte 'te creo' cuando dijiste que tu mejor amigo intentaba juntarte con tu ex a la fuerza porque no quería que vos estuvieras conmigo.
Lo suficiente para pensar 'es todo mi culpa' cuando nos separamos y te fuiste con otra mina en vez de hacerte cargo de tu hija.
Lo suficiente para creer eso que dijiste sobre 'solo yo te voy a amar' por que yo en realidad era una persona desagradable.
Lo suficiente para ponerme un arma en la cabeza y pensar que era necesario y urgente que me matara, porque era una madre soltera que arruinó la oportunidad de tener 'una familia de verdad'.
Lo suficiente... Para arruinar mi vida en tu nombre.
Ojala no fuera verdad. Pero acá estamos ¿No?
Todavía me resuena fuerte y claro el momento en que dije basta: "Vas a hacer lo que yo diga ¿te queda claro?"
Uffff, a veces me da escalofríos y me da un retorcijón en el corazón. Porque ese fue el primer quiebre del amor que tenía. Después siguieron las mentiras que poco a poco iban siendo ventiladas, después llegaron todas las otras chicas y de repente me había vuelto una experta en como te relacionas emocionalmente con cualquier concha... Fue triste ¿Sabes?
Porque lo que le decías a ella me lo decías a mí. Porque les escribías casi las mismas cartas que a mí.
Entonces entendí que solo vos eras especial por como te pensaba y miraba. Yo solo era alguien más. Ni siquiera tú novia o la madre de tú hija. Alguien más.
Pero no podía dejarte. Había creído de verdad que nadie más podía quererme y que todos mis defectos y errores de la vida y el entonces, estaban destinados a ser pagados por tú desprecio desvergonzado, en tus humillaciones y en tus rechazos constantes.
Cuando nos separamos fue el momento de quiebre más grande que tuve.
Ahora no podría estar más feliz. (Me tomó cuatro años poder sentirme así, ojala pudiera explicarlo mejor, pero cuando estoy lejos de vos, es cuando más feliz soy)
Supongo que debe ser raro que pueda mirarte a los ojos y decirte que te odio, que te detesto.
Supongo que pensaste que siempre iba a tener la mentalidad de los quince años con los que me conociste.
Esta va a ser la última vez que te vuelva a escribir en un lugar tan íntimo cómo este. Ya borré todas las entradas e historias con tu nombre o tu fantasma. Ya quemé y tiré tus cartas después de tanto tiempo.
Borré todas las fotos de nosotros, te borré de mi teléfono, de mis registros. Tire toda tu ropa, tus collares, tus anillos, tus regalos de mierda que solo me los dabas cuando te acostabas con otra. Me liberé de absolutamente todo lo que tenga tu energía y no podría sentirme mejor que cuando lo dejé en una bolsa de consorcio en la puerta.
Estoy dispuesta a arrancarme este dolor de años que me sostiene del cuello.
Los amigos "hermanos" que me dieron la espalda, que hablaron mal de mi, que en la cara me ignoraban por otras personas y después a solas pedían perdón "pero que era lo mejor".
A las personas de la familia que siempre me dijeron que soy una carga, una mala persona, desinteresada y que nunca voy a poder lograr nada grande o bueno.
Cada cicatriz que se fue con el tiempo o que siguen grabadas en mi brazo o en las piernas.
A los golpes, los moretones, los ataques de pánico que terminaban en charcos de sangre.
Al menos una vez, quiero hacer las cosas bien y dejar el autoboicot a un lado. Quiero dejar de pagar penas y ahogarme en alquitrán mientras la gente sigue avanzo y yo solo me hundo.
Que se queden los buenos recuerdos. Cómo los regalos, los sincericidios, los "me preocupo por vos" que son de verdad y con hechos. Que se queden los amigos que se acercan y sin decir algo en especial, me dan el abrazo que sin darme cuenta, necesito tanto.
Estoy despidiéndome del auto castigo que me impide porque después de tanto tiempo, entendí que mucho de todo esto, no fue mi culpa. Y que los errores del pasado son para aprender de ellos y superarlos.
Quisiera poder abrazar a mi viejo yo y decirle que aún que sea lento, las cosas van a mejorar. El calor va a volver junto con las ganas de crecer y que aquellos intentos de suicidio que fallaron, eran necesarios para ver la vida en todos sus expresiones y colores.
También decirle que no se prive de amar, que de todos los abrazos y cariños que tenga para dar, porque el día que faltó papá en casa y tuve que vestirme de negro y verlo sin expresión y tan pálido como estaba, fue el dolor más grande y extenso que vamos a sentir.
...
Adios, Michelle, es hora de que duermas plácidamente como te mereces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario